Ya eran las 10 de la noche y toda esperanza de que Marcos viniera se
desvanecía como mis lágrimas en la oscuridad de la cueva, el ruido de la
pequeña cascada era relajante, no muy fuerte puesto que ese río no
llevaba demasiada agua. La oscuridad acechaba fuera, pero sentía que mi
única amiga en ese momento era la soledad. Me quede dormida, sentía que
en aquel lugar estaría segura con canciones lentas de amor fallido y de
soledad. La oscuridad me arropaba en esa noche caliente.
Me desperté por un sonido, no sabia que o quien era pero si sabia que no
había dormido mucho y que no serian más de las 3 de la madrugada por
la oscuridad.
-Lo siento tanto, te e defraudado pero es que no se lo que te pasa ni porque te fuiste así
Era Marcos, estaba allí, conmigo. Abrí los ojos y me tumbe boca arriba, el se echo a mi lado
-Ahora dime ¿Me lo vas a contar?- Me miro- Si –Me incorpore y el me siguió asta el borde del colchón- Mira, sabes
que hace mucho tiempo que somos amigos, pero, tu me das confianza, tu
tienes el poder de cambiarme de humor con solo una palabra, una sonrisa,
un guiño… Solo se que lloro por ti, porque te siento tan cerca pero tan
lejos, porque tengo miedo de que elijas a Alison. Ella te hizo daño el
pasado verano y me dolió verte tan decaído y llevo todo un año con esto
encima y sin verte, pero este año lo he comprendido –Una lagrima caía
por mi mejilla- Todo esto porque te quiero como en una película de amor,
te necesito como el verano necesita el sol, te extraño cuando te vas
como se extrañan las noches sin estrellas.
- Creo que – Comenzó la frase con la lágrima saliendo de sus ojos- yo también.
Fueron nuestras ultimas palabras, nos tumbamos y nos abrazamos durante
toda la noche, pero no sabia que pasaría a la mañana siguiente, porque
nada con Alison había cambiado, nada con el. Solo que podría que todo
fuera a mejor o a peor. Sabia que el estuvo despierto toda la noche, con
los ojos cerrados al igual que yo pero aun asi no dijimos ni una
palabra
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